Selección Argentina: Un mapa ¿sin brújula?
Aires de cambio y renovación se perciben en cada fin de ciclo. La esperanza de un renacer albiceleste es la ilusión de todos. Luego de dos meses de la convulsionada actuación del seleccionado argentino en el mundial de Rusia 2018 donde quedó eliminado en los octavos de final frente al que luego se coronaría como campeón, Francia, ha llegado el momento de lamer las heridas y volver a la acción.
En este caso, la Argentina hizo
su presentación bajo el mando de Lionel Scaloni como director técnico interino
con colaboración de Pablo Aimar y Walter Samuel, entre otros. Como podemos
apreciar, dicho cuerpo técnico (en su gran mayoría ex jugadores que vistieron
la celeste y blanca) proviene de las estructuras juveniles de AFA que
recientemente se consagraran campeón del torneo de L’Alcúdia.
Dicha presentación consistió en
dos partidos amistosos, ante Guatemala y luego contra Colombia. Si bien no
podemos sacar grandes conclusiones al respecto, creo oportuno el análisis de
algunas cuestiones puntuales.
En líneas generales se pudo
apreciar una continuidad con la idea de juego que profesaba Sampaoli, aunque
claro está, con distintos matices y ejecución de la misma. Así, la Argentina
utilizó el clásico esquema 4-3-3, buscando ser un equipo corto, dinámico y con
mucha intensidad en la recuperación de la pelota mediante una presión alta,
intentando imponer su dominio en campo rival y con transiciones rápidas a la
hora de atacar (ver Pienso, luego juego).
Con una línea de fondo adelantada
para respaldar la presión en bloque que propuso Scaloni, también se optó por la
salida limpia desde abajo cuando fuera posible, e incluso por momentos se vio a
los centrales (Pezzella-Funes Mori) saliendo con pelota dominada para lograr
superioridad numérica en el mediocampo. No hubo sobresaltos en la estructura
defensiva y siempre se mantuvo firme dando seguridad al equipo en cada relevo y
en la famosa “marcación en ataque”.
El centro del campo es la clave
de todo equipo. Si bien hubo variaciones entre y durante los dos partidos, el
mismo estaba compuesto por jugadores de buen pie, con capacidad asociativa y
una marcada predisposición a la elaboración de juego. Un mediocampo pensado en
la construcción futbolística, creativo y con un perfil ofensivo sin lugar a
dudas, pero con un fuerte compromiso en la marca y ocupación de espacios en la
faceta defensiva. El concepto de solidaridad colectiva en la recuperación de la
pelota se antepone por sobre las características propias de cada jugador.
Mención especial merecen Leandro
Paredes y Giovani Lo Celso, ambos jugadores cerebrales. Esos que inician la
jugada, de buen pié y una gran visión de juego, pero que además dan fluidez al
circuito de pases, aportan al manejo de los tiempos, y proporcionan una mayor
claridad conceptual en la gestación de juego transformándose en eje del equipo
(esta última característica se vio más acentuada en Paredes que en Lo Celso,
pero ambos la comparten). Además, poseen una riqueza técnica superlativa tanto
en el control como en su pegada, proporcionando una herramienta indispensable
para destrabar o abrir defensas cerradas en un partido por medio de remates de
media y larga distancia, así como ejecutando la pelota parada. Ellos podrían
conformar un tándem ideal con un volante central de quite que los respalde,
para poder brindarles mayor libertad e involucramiento en 3/4 de cancha.
Tampoco deberíamos centrarnos
únicamente en un mediocampo conformado por sólo tres jugadores. Un cuarto
volante que cumpla la función de apoyo, con despliegue y llegada al área rival
rompiendo líneas, y jugando como factor sorpresa en ataque, podría ser una variante
atractiva y de este modo formar un rombo en mitad de cancha dando la
posibilidad de jugar con un enganche o mediapunta, definido según el caso (léase
4-3-1-2).
La verticalidad propuesta por
Scaloni, se vio plasmada con lanzamientos largos hacia los extremos bien
abiertos (Martínez-Pavón/Meza) que brindaban amplitud en el ataque con apoyo de
los laterales que se sumaban con proyecciones (Saravia/Bustos-Tagliafico),
generando desdobles y facilitando los desbordes en el mano a mano de los
extremos.
Quizás, alguna observación a
atender (siempre dentro del contexto de un debut), podría ser la falta de
profundidad en ataque volviéndose un equipo “correcto” y prolijo en sus
movimientos, pero cayendo en una previsibilidad constante por respetar el
dibujo táctico y la falta de rebeldía necesaria para generar desorden y dudas
en cualquier defensa rival. El centrodelantero se vio desfavorecido por un
desabastecimiento de juego con muy pocas participaciones producto de la falta
de claridad ofensiva del seleccionado argentino. Esto se pudo vislumbrar
principalmente en el segundo partido frente a Colombia.
Amén del carácter amistoso y del
fuste de los rivales (recordemos que Colombia también esta con técnico interino
y en un proceso de recambio, y que Guatemala se encuentra en otro nivel de
jerarquía), estos partidos sirven para tomar confianza y formar un grupo. Muchos
jugadores vistieron la camiseta de la selección por primera vez, y otros tantos
cuentan tan solo con un puñado de partidos, lo cual se dio en un clima
favorable y sin la presión correspondiente de hacerlo en medio de una
competencia internacional.
Gratas apariciones y sensaciones
dejaron esta nueva camada en la gira por los Estados Unidos. Si bien hubo un
buen rendimiento en general, destacaron algunas actuaciones en particular.
Entre ellos, podríamos soslayar la actuación de Paredes, Lo Celso, Palacios,
Pezzella, Saravia, Tagliafico, Martínez y Simeone. Por supuesto que no se
pueden sacar conclusiones determinantes al respecto, pero quizás ayude si lo
tomamos como banco de pruebas de cara a los próximos compromisos.
La ausencia de varios de los
grandes talentos argentinos en esta convocatoria no es un dato menor. Figuras
de talla mundial como Messi, Agüero, Di María y Otamendi entre otros, son
piezas fundamentales en la estructura que se pretenda armar. De ahí la
relatividad de cualquier análisis que podamos realizar. Será de suma
importancia la incorporación de los mismos a esta base de jugadores nuevos en
las próximas citas internacionales.
Sin embargo, todo lo expuesto
hasta aquí podría volverse irrelevante. Siendo que la AFA, desde hace un
tiempo, pareciera estar envuelta en un mar de contradicciones y carente de un
proyecto serio, en donde reina la improvisación y la lucha interna de dirigentes
por el poder. Los valores y la ética brillan por su ausencia. Cada uno lleva agua para su molino. Las formas en que se maneja la entidad más importante del
fútbol argentino deja mucho que desear.
Si bien es saludable el tomarse
un cierto tiempo prudencial para elegir un cuerpo técnico y de este modo
iniciar un nuevo proceso, la falta de definición sobre el rumbo a seguir es una
cuestión sumamente alarmante y atenta contra todo proyecto que se intente
construir. Pero cuidado con los tiempos, éstos suelen tornarse tiranos cuando
se abusa de los mismos.
Post Mundial, la Argentina tiene
la posibilidad de probar e intentar afirmar una idea de juego, una identidad
futbolística sin las presiones que conllevan hacerlo en plena competencia
internacional. Teniendo en cuenta que en 2019 se disputa la Copa América, nos
encontramos en el período ideal para realizar los cambios necesarios y es por
ello que se requiere una definición de AFA cuanto antes para poder
aprovecharlos adecuadamente. Si se decidiera por mantener al actual cuerpo
técnico interino como permanente y consolidarlo como definitivo, o alguno
distinto con parámetros futbolísticos similares, es una apuesta entendible y
coherente, pero si se opta por otro con ideas distantes “recién para fin de año”
(palabras del presidente Tapia), se habrá desperdiciado seis meses claves para
la transición que se busca desde AFA.
En divisiones juveniles la cosa
pareciera ir encaminándose con referentes de la talla de Pablo Aimar, Diego
Placente y el ahora técnico interino Lionel Scaloni. Todos ellos formados en la
escuela encabezada por José Pékerman acompañado de Hugo Tocalli, entre otros
profes, que sería injusto nombrarlos ya que seguramente olvidaría algunos de
ellos.
Mientras tanto, en Europa ya
comenzaron a disputar la “National League”. Es decir, ya están compitiendo al
más alto nivel europeo. Por ello mismo, es menester resolver los problemas de
fondo y empezar a brindar algunas certezas con un horizonte claro por parte de
la actual dirigencia.
Tenemos un mapa que nos puede
mostrar dónde estamos parados, ahora… ¿tenemos una brújula que nos indique el
norte y de esta forma llegar a elegir qué camino a seguir? Creo que hay gente
más que capacitada y apta a la cual acudir, grandes personalidades del fútbol
dispuestas a dar una mano pero que lamentablemente el ego dirigencial no quiere
o no puede ver. Convocar a una mesa de referentes o el consejo de cada uno de
ellos podría ayudar al momento de definir una propuesta seria y sostenida en el
tiempo. Por lo pronto, el tiempo dirá.
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